Si hay un viaje que nos ha marcado, sin duda ha sido nuestra travesía a la carretera austral, una aventura por el hermoso sur de Chile. Podría escribir miles de páginas, tratando de describir esta hermosa experiencia, pero sería una mínima parte de lo que alcanzamos a vivir. Sin embargo, acá les dejamos una breve hoja de ruta, donde les contamos nuestro primer viaje a la Carretera Austral de Chile.
La ruta, que se extiende por 1.200 kms entre la ciudad de Puerto Montt y la localidad Villa O’Higgins, es un destino único en el mundo, pues a demás de ser la entrada a la Patagonia chilena, nos permite ser testigos de paisajes maravillosos, de esos que ni siquiera imaginamos que existen. Montañas, Bosques encantados, ríos y lagos celestes, ventisqueros colgantes con glaciares, son solo algunos de las increíbles atracciones que se pueden ver y cuyas sensaciones son muy difícil de explicar, pues solo se experimentan allí, en conexión pura con la naturaleza y la tranquilidad.
Una vez en la Carretera Austral, la primera recomendación es viajar a un ritmo pausado. Hay un viejo dicho local que dice “el que se apura en la Patagonia pierde su tiempo”. Y es que al adentrarnos en la ruta, no solamente cambia el paisaje, sino también la perspectiva del tiempo y el espacio, mientras que aumentan la calma y los sonidos de la naturaleza. Al mismo tiempo, las distancias son largas y desniveladas, por lo que es importante armarse de paciencia y disfrutar el camino y todo lo que te entrega la magia del sur.
Viajamos en un día de Santiago a Puerto Montt, donde hacemos nuestra primera parada (Hotel Torremolinos). Esta ciudad es la puerta de entrada a la Patagonia, pues desde ahí, muy temprano al día siguiente, tomaremos la primera de tres barcazas, que nos llevarán a Chaitén,
La ruta se inicia en Caleta La Arena atravesando el estuario de Reloncaví, unos 45 km. Por tierra, se retoma luego el camino desde Puelche a Hornopirén, con una distancia de 60 km y 1 hora de camino en auto. Luego, la distancia de navegación mas larga del recorrido continúa desde Hornopirén hasta Leptepú, por cerca de 4 horas. Desde Leptepu hasta Fiordo Largo, hacemos un nuevo tramo en auto de aproximadamente 10 km. Y finalmente, hay una última barcaza, desde Fiordo Largo hasta Caleta Gonzalo, puerta de entrada al Parque Nacional Pumalín y la ciudad de Chaitén.
En esta aventura, conocemos a Fran y Gina, una simpática pareja de viajeros que recorre Sudamérica en Moto, buscando su sueño, que es llegar a Ushuaia. ¡Y ya supimos que lo lograron! Hoy nos alegramos enormemente por ellos y les deseamos mucha suerte en su próxima aventura: Alaska!
Siguiendo con nuestra ruta, al llegar a Caleta Gonzalo, sentimos que entramos en un nuevo mundo, uno de árboles gigantes, plantas de enormes hojas y puro verde alrededor. Se siente la desconexión: es la entrada a la Patagonia Chilena. Aquí comienza la segunda parte del Parque Pumalín.

Llegamos a Chaitén cerca de las 10 de la noche, seguidos de Fran y Gina. Luego de un largo y cansador viaje, reservamos una habitación en el hostal Astoria, pero antes de irnos a dormir, el hambre nos invade, así que entramos a la única cocinería abierta para poder comer algo calentito.
Al día siguiente, contemplamos la localidad de Chaitén, que a ocho años de la erupción del volcán del mismo nombre, hoy se puede ver reconstruida en el nuevo Chaitén, con todos sus servicios en funcionamiento, siendo uno de los puntos obligados de todos los viajeros que recorren la carretera austral. aunque aún se dejan ver los efectos de las cenizas en la costa.

Al sur de Chaitén, seguimos el tramo de la localidad El Amarillo, una pequeña villa a la entrada sur del Parque Pumalín, que fue remodelada hace un tiempo gracias a arquitectos y paisajistas. El lugar es conocido por Las Termas El Amarillo, ubicadas a 20 kms hacia el interior de Chaitén y constituye la entrada sur del Parque Pumalín.
Continuamos nuestro recorrido, pasando por el Lago Yelcho, y bordeando el Parque Nacional Corcovado, luego del cual entramos a la Región de Aysén, en dirección a La Junta, el próximo poblado de este tramo. Aquí paramos por fin a comer una rica comida casera en Mi Casita de Té, atendida por su propia dueña, la Sra. Eliana.

De aquí en adelante, somos testigos de algunos cortes de camino, debido a los arreglos que se están haciendo actualmente en la carretera austral.
Nuestra próxima parada es Puyuhuapi, en donde la carretera austral es el único lugar donde bordea el océano Pacífico, en este caso el fiordo de Puyuhuapi.

Después de varios cortes de caminos, especialmente luego de la salida de Puyuhuapi, llegamos a la primera entrada del gran Parque Queulat, uno de los más parques más impresionantes de la Patagonia Chilena, ya que gran parte de esta zona está cubierta por una selva virgen, en donde el hombre no ha pisado aún. Bosques, ríos, puentes colgantes, lagos, además de una intensa flora y fauna autóctona.
Entramos al parque por el sector Ventisquero, donde nos recibe el personal de CONAF y el guarda parques, Benjamín, quien muy amablemente nos muestra todos los senderos para recorrer y los sitios para acampar. El principal el sendero del parque, es el del ventisquero, de más o menos 6 kms en pendiente, aproximadamente 2-3 horas, el cual brinda una hermosa panorámica hacia un glaciar colgante.

De noche, ya nuestra carpa, se pueden sentir los crujidos, grandes explosiones de hielo, proveniente de los desprendimientos del glaciar colgante escondido en las montañas.
A primera hora de la mañana nos despierta una de estas explosiones, tras la cual nos levantamos y aprovechamos el día para nuestra aventura en el interior de la naturaleza.
Nos dirigimos primero al sendero del ventisquero, para poder recorrerlo con suficiente luz de mañana. Para entrar, es necesario atravesar un largo puente colgante, desde el cual se pueden hacer bellas fotos, con el verde bosque de fondo.
Una vez en tierra firme, el sendero se destaca por ser un bosque siempreverde, muy denso y con una gran variedad de flora y fauna, en especial grandes nalcas y hermosas aves. Las tres horas de caminata sin duda valen la pena, al encontrar el ventisquero colgante en todo su esplendor, elevado en las montañas, a 200 metros de altura.

Luego decidimos hacer el sendero de la llamada Laguna Témpanos, una laguna de un color celeste intenso, y el cual se encuentra a los pies del ventisquero, en donde se puede llegar a través de kayaks que se arriendan en la orilla.

Volvemos para descansar y a eso de las 8 pm emprendemos nuestro viaje hacia Coyahique, un trayecto de al menos 6 horas. Paramos en la zona de Mañihuales, donde paramos a revisar las ruedas del auto y tomar algo caliente. Llegamos cerca de la 1 de

la madrugada a Coyahique, íbamos sin reservas y a esa hora la mayoría de los hostales y hoteles estaban cerrados. Tratamos de dormir en el auto en una estación de servicio, para pasar la noche, pero fue imposible; el ruido y el movimiento que tenia el lugar no nos dejó descansar. Decidimos entonces seguir buscando hotel, hasta que llegamos a la Hotelera San Rafael, la cual tiene recepción 24/7 y por suerte tenia una cabaña disponible. Decidimos quedarnos dos noches para poder descansar un poco y conocer Coyhaique.
Al día siguiente recorremos el centro de Coyahique, la plaza central, sus ferias y almorzamos en restorán Sabores del Sur.
En la tarde nos dirigimos a la Reserva Nacional Coyahique. Esta atracción está muy cerca de la ciudad, más o menos a 5 km de la entrada de Coyahique. Eso sí, el camino hasta allí es de ripio y bastante empinado, por lo que es recomendable ir en un vehículo con tracción. Además, a diferencia de otros parques, en esta reserva es posible recorrer algunos senderos en auto, los cual permite poder abarcar distancias más largas en menos tiempo. Sin embargo, la puerta de salida para los vehículos cierra a las 17:00 hrs., por lo que dejamos el auto afuera y decidimos hacer el sendero a pie. Como tenemos poco tiempo, comenzamos por el Sendero Los Leñeros: el cual dura aproximadamente 30 minutos y donde se puede observar la ciudad de Coyhaique desde sus miradores.

De vuelta, para reponer energías, decidimos probar las famosas completos patagónicos artesanales con una rica cerveza, en Patagonik. Tratamos de volver muy temprano, ya que al día siguiente debemos salir a primera hora hacia Cerro Castillo, antes de que cierren por los cortes de camino, a la 1 PM.
Una vez en Cerro Castillo, nos detenemos a fotografiar esta imponente montaña, que tiene literalmente forma de Castillo, y donde se encuentra la Reserva Nacional del mismo nombre, que como varios parques de esta zona, es atravesado por la carretera austral.
En este camino resulta interesante visitar el Bosque Muerto, un grupo de árboles petrificados en el tiempo, por acción del volcán Hudson, en una erupción el año 1992. Un paisaje imponente, que muestra la fuerza de la naturaleza y sus consecuencias.

Al fin llegamos a Puerto Río Tranquilo, una pequeña localidad a 220 km al sur de Coyhaique, y que se encuentra a las orillas del Lago General Carrera. Desde este punto salen las embarcaciones para visitar las famosas Catedrales de Mármol, unas coloridas formaciones de carbonato de calcio producidas por la erosión de las aguas del lago y que han sido declaradas monumentos naturales.
Los tours a las Capillas salen prácticamente todo el día, cada dos horas, aunque lo recomendable es salir temprano, para aprovechar la luz y así apreciar mejor las capillas.
El recorrido comienza en las cuevas, luego en las capillas y finalmente las catedrales, una hora de ida y una de vuelta. Se recomienda ir muy abrigado, no tanto por la ido sino por la vuelta, que es más rápida, lo cual levanta muchísima agua y viento.

Finalmente, recorremos el pueblo de Río Tranquilo, y nos vamos a contemplar el imponente Lago General Carrera, para tener una tarde de descanso junto a un mate y galletitas. Decidimos aprovechar al máximo este momento, apreciando todo a nuestro alrededor, ya que al día siguiente emprenderíamos el viaje de regreso, donde nos esperaban nuevas aventuras en la naturaleza.
